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El Botox o toxina bootulínica tipo A, es la neurotoxina producida por la bacteria Clostridium botulinum que después de ser purificada, se utiliza para tratar ciertos problemas musculares y para eliminar las arrugas.
La técnica del Botox se aplica en la frente y el contorno de ojos para conseguir un efecto rejuvenecedor con la desaparición de las arrugas en el rostro.
También se utiliza para tratar el exceso de sudoración en manos, pies y axilas, así como en otros campos de la medicina como en parálisis faciales y estrabismo, entre otros.
El tratamiento consiste en microinyecciones con las que se aplica el Botox directamente en el músculo, para relajarlo. De esta manera, se consigue atenuar las arrugas y marcas de expresión.
El tratamiento es sencillo y prácticamente indoloro.
Comencemos con el beneficio más conocido del Botox, su capacidad para reducir arrugas y líneas expresión, así como prevenirlas. Las líneas finas y las arrugas se forman en nuestra piel a medida que envejecemos porque nuestra producción natural de colágeno se ralentiza.
Las inyecciones de bótox bloquean determinadas señales químicas de los nervios, principalmente las señales que hacen que los músculos se contraigan. El uso más frecuente de estas inyecciones es relajar temporariamente los músculos faciales que causan arrugas en la frente y alrededor de los ojos.
Recibir inyecciones de Botox, puede ayudar al cuerpo a producir más colágeno natural. El botox además congela los músculos de la cara, lo que los obliga a relajarse. Cuando tu rostro esté más relajado, tus arrugas se suavizarán y desaparecerán.
Las inyecciones de bótox también se utilizan para tratar enfermedades que afectan el funcionamiento del cuerpo. Por ejemplo:
Dile al médico si te han dado algún tipo de inyección de bótox en los últimos cuatro meses, también si tomas relajantes musculares, somníferos o medicamentos para la alergia. Si tomas anticoagulantes, es posible que debas suspenderlos durante varios días antes de la inyección para reducir el riesgo de sangrado o hematomas
Las inyecciones de toxina botulínica generalmente tienen efecto de seis meses después del tratamiento. Según el problema que se esté tratando, el efecto puede durar seis meses o más. Para conservar el efecto, necesitarás inyecciones de seguimiento regulares.
El tratamiento es sencillo y prácticamente indoloro